Los territorios descubiertos por Colón quedaron incorporados políticamente a la Corona de Castilla, por eso en la Nueva España regía el derecho castellano. Sin embargo, las leyes e instituciones españolas trataron de adaptarse a la realidad del Nuevo Mundo. Se crearon leyes conocidas como Leyes de Indias, acuñadas por legisladores españoles que no conocían bien la situación en la Colonia y que dieron origen a una gran separación entre el derecho y el hecho.
Cuando una ley o disposición proveniente de España no se ajustaba a la realidad del virreinato se recurría a la fórmula de declarar: se acata pero no se cumple:
...Recibida la Real Cédula cuya ejecución no se consideraba pertinente, el virrey, presidente o gobernador, la colocaba solemnemente sobre su cabeza, señal de acatamiento y reverencia, al propio tiempo que declaraba que su cumplimiento quedaba en suspenso (J. M. Ots Capdequí, El Estado Español en las Indias, p. 14).
Esta práctica no implicaba desobediencia a las órdenes del rey, porque se le informaba la razón por las que se les dejaba en suspenso y se le enviaba información para que dichas órdenes se analizaran o modificaran. Esta costumbre dio cierta flexibilidad al gobierno colonial, pero retrasaba las decisiones de muchos asuntos por largo tiempo.
En España, la burocracia había ayudado a consolidar el poder de los reyes frente a los antiguos señores feudales y nobles. En los territorios americanos, los primeros descubridores y conquistadores se sintieron con poder absoluto, debido a la lejanía; pero cuando los territorios se fueron poblando los reyes tuvieron que hacer sentir y respetar su autoridad, lo que no siempre resultó del agrado de los conquistadores. Fue entonces que se hizo necesaria la acción de la burocracia.
Se nombraban autoridades con amplios poderes, pero junto a ellas se instituían organismos con el propósito de regular sus acciones, teniendo ambas instancias que recurrir al rey para una solución definitiva.
Las decisiones tomadas en la Colonia tenían que ser informadas a la Metrópoli y luego debía esperarse la Real Confirmación.
Los funcionarios públicos de la Nueva España eran nombrados desde la Metrópoli: virreyes, oidores, gobernadores, alcaldes, corregidores, oficiales de la Real Hacienda. En un principio a estos funcionarios se les dio encomiendas; después recibieron sueldos muy altos y se les prohibió tener haciendas, labores o minas. Sin embargo, su riqueza e influencias les permitieron intervenir en muchas empresas y negocios.
Los puestos de funcionario público resultaban muy codiciados. En ocasiones eran designados atendiendo a la preparación e inteligencia del aspirante, pero las más de las veces eran vendidos u otorgados por favores hechos a la Corona.
Edgar Omar Garcia Yoval
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